Siempre me llamaron la atención las cosechadoras que, como dijo alguien en Argentina, es el tanque de la paz. A veces llegaba alguna hasta la entrada de la herrería de mi padre en Baldissera para hacerles reparaciones, soldar piezas. Siendo un niño, me parecían gigantes! Con el verano las veía levantar polvaredas en los caminos en su lento traqueteo de un campo al otro, buscando más trigo, la semilla que se cosechaba en aquella época
Fiesta Nacional de la Cosechadora – San Vicente – Santa Fe
Pasaron los años y ya en los `70 tuvimos la oportunidad de organizar para el Club Atlético Brown una de las últimas ediciones de la Fiesta Nacional de la Cosechadora con la presencia de decenas de fabricantes. Tuvimos a Los Cantores del Alba como estrellas musicales. En los años posteriores muchas de esas marcas, cada una con su segmento de mercado, desaparecieron. Aquella lacra que fue la Ley 1050 aplicada a los créditos durante la gestión del ministro Martínez de Hoz, destruiría a tantos agricultores – llevando a muchos al suicidio incluso – y a la industria argentina relacionada con el campo nuestro, esa pampa única y otros valles y regiones productivas del vasto y rico territorio del cono sur americano.
Los fabricantes de cosechadoras, esos quijotes industriales
Recorrimos aquel año las fábricas implantadas en las provincias de Santa Fe y Córdoba en su mayoría. Casi al cien por cien estuvieron ese fin de semana largo, junto a la presencia de otros fabricantes de implementos agrícolas, tractores, productos y accesorios para la explotación agrícola ganadera. Con nosotros, Studio Simeoni, habían sumado su esfuerzo el periodista de Santa Isabel, también residente en Rosario, Elbio Martínez, con su hermano Edgardo, Todo Publicidad.
Desde 1960, Cuna Nacional de la Cosechadora
Es que en San Vicente tuvimos los primeros fabricantes de cosechadoras, los hermanos italianos Juan y Emilio Senor, con las primeras unidades entregadas en 1921, con modelos que fueron actualizando, consiguiendo estar entre los líderes del sector. Cinco años después surge Bernardín, una sociedad industrial. Posteriormente se suma otra familia, la Boffelli y finalmente Flamini. Como ocurrió en Firmat, por ejemplo, las nuevas industrias surgieron con emprendedores que pasaron por Senor. Se considera aquella cosechadora Senor de 1921 la primera máquina recolectora fabricada en Sudamérica.
Cada marca tenía sus seguidores, muy buenos aliados de los agricultura
A riego de olvidar a unos cuantos, estaban presentes los que ya eran líderes entonces, Roque Vassalli S.A. de Firmat. También su vecino Di Tullio y de esa parte suroeste santafesina, Giubergia de Venado Tuerto, con la Guasch y la Rector de Casilda y la Aumec de Arequito. Del norte de Córdoba, los Daniele de la localidad de Porteña, San Francisco arriba…¡Al campo dele, autocosechadoras Daniele!, lo anuncié muchas veces en radio y televisión. Precisamente de San Francisco llegaron las Magnano. Para aquellos años `70 los Boschetto con su marca Angélica aún producían cosechadores, luego se reciclarían hacia otros implementos y los silos.
De la no muy lejana Sunchales, llegaron la Rotania y la Alasia. Vinieron de la localidad de Susana los fabricantes de la cosechadora Susana, buenos amigos. Eran años de las cosechadoras Gema y Marani en Rosario, la llamada capital agrícola de Argentina. En Córdoba también estaban los Arauz, de Noetinger, unos de los pocos españoles entre tantos industriales italianos o hijos de inmigrantes itálicos.
Clusellas, muy cercana a San Vicente, era la localidad donde don Santiago Puzzi y sus asociados producían la afamada Puzzi, marca y equipo con mucha personalidad. Estaba la Druetta que había visto sus primeros pasos industriales en Totoras. Esa familia de industriales se fueron a Ciudadela, provincia de Buenos Aires. También bonaerenses, de Arrecifes, llegaron las RYCSA.
Seguro que me queda algún emprendedor en el tintero. Si es así, lo siento mucho. Estos industriales aportaron tantísima creatividad para mejorar y hacer más livianas las autocosechadoras, que fueron adaptando con distintas plataformas frontales, para la recolección del maíz, el girasol, el muy productivo maní o cacahuete más otros cereales y oleaginosas, junto a la estrella estas últimas décadas, la ponderada o denostada soja, según le va a cada uno en la feria.
Años atrás publicamos en España la buena noticia que los Vassalli de Firmat comenzaron a vender su tecnología nada menos que a la Deutz/Fahr de Alemania, y que incluso comenzaban a exportar en determinados mercados las clásicas autocosechadoras rojas. Junto a ellos, la agroindustria es exportadora de maquinarias y componentes.
Y todo vino por recordar aquella admiración que siempre me suscitaron las cosechadoras y aquella Fiesta Nacional de la Cosechadora organizada en San Vicente. Ahora la fiesta se llama Fi.Na.Co. y la organiza la Asociación Mutual Brown del Club Atlético Brown de siempre, teniendo al mes de julio como su fecha de realización.
Hoy sus Boulevares y amplias calles, perfectamente trazadas e iluminadas, son embellecidas por plantas decorativas y especies arboreas de coloridas floraciones durante todo el año. Hacen un maravilloso conjunto con su Plaza Hipólito Yrigoyen, lo que la constituye en un verdadero Jardín Departamental dotada de una importante Terminal de Colectivos, Anfiteatro, Fuente del Centenario, Parque Infantil, Monumentos a la Madre, al Imigrante, al Hermanamiento con Marene (Cúneo, Italia) y a San Martín y Belgrano
Voy a la búsqueda de un poeta santafesino y una paleta cordobesa. José Pedroni que trabajaba en la administración de una fábrica de implementos de Esperanza. Él nos recuerda en voz y texto, al antecedente de la cosechadora, la trilladora, de la que me hablaban mis padres, de cuando el trabajo era una fiesta familiar. La cordobesa Carmen Silvia Buteler nos ha dejado sus cosechadoras y campos de trigo, pintados con maestría y ternura chacarera…
La Trilladora
José Pedroni
Ahora la niñez es de avión por el cielo.
La mía fue de nube. No cambio mi recuerdo.
Aquel rancho, aquel árbol, aquel trigal inmenso,
aquella trilladora que atravesaba el pueblo.
Ahora la niñez es de coche en el viento.
La mía fue de pájaro sobre caballo suelto.
Aquel carro, aquel árbol, aquel poste de hornero
con música en el alma. . . No cambio mi recuerdo.
Ahora la niñez es de fulgor eléctrico.
La mía fue de lámpara y de luna naciendo.
Aquel poste, aquel árbol, aquel arroyo lento
con ángel en la orilla. . . No cambio mi recuerdo.
Todo está en el ayer como si fuera un cuento.
La trilladora llámase, y no tiene regreso.
Dormía nueve meses y despertaba al décimo.
Iba de parva en parva desde noviembre a enero.
Hundiendo alcantarillas y soplando del suelo
-vidrio pulverizado- bandadas de jilgueros.
¡Qué dulce era su canto de sirena, a lo lejos!
Enamoraba al hombre e invitaba al ensueño.
Se perdió en la llanura con su motor de fuego,
su vagón, su casilla, su carrito aguatero.
Un niño la seguía con paloma, y no ha vuelto.
Era callado, triste ¡No cambio mi recuerdo!
EDUARDO ALDISER – PONTEVEDRA 2013 /2024