Era octubre de 2009, cuando contacté con Ángel y Gabriel Zullo, padre e hijo. Ángel Zullo, el generador de esta idea, sabe muy bien que es acunar y acariciar un bandoneón para generar sonidos que se convierten en tangos, valses y milongas. En los años cincuenta alternaba su pasión por el tango como bandoneonista en diversas orquestas, mientras estudiaba y comenzaba su otra carrera, la más profesional, matricero y tornero. Con los títulos conseguidos ha trabajado toda su vida en el sector aeronáutico de Argentina. Pero siempre lo tuvo en su cabeza, hacer un bandoneón totalmente argentino, de la primera a la última pieza.
Ese Bandoneón que soño un Ángel
Ya retirado del diario trabajo en fresas y tornos, con su hijo Gabriel, que le salió de la misma estirpe para construir cosas, se pusieron y lo hicieron todo. Empezaron las matrices para cada lengüeta, todas y cada una de las partes de un bandoneón fueron naciendo una tras otra. Para aquellos años estaban ensamblando los primeros ejemplares y la presentación oficial fue en la Exposición de Luthería 2009, en el Centro Nacional de la Música en Buenos Aires, Argentina. Y Ángel que había tenido de padrino nada menos que a don Héctor Varela cuando tocaba, ahora fue un paisano cordobés de Balllesteros, pero criado desde siempre en la bonaerense Avellaneda, Rubén Juárez, el que le dio el espaldarazo, tocando y cantando con esos sonidos nuevos que parecían llegar de la lejana Baviera alemana pero eran bien argentinos, como todos ellos.
Los Zullo le pusieron Bandoneón AZ
Y así los novísimos bandoneones argentinos AZ fueron saliendo, por encargo, uno a uno, como una obra artesanal que es, aunque la producción de las piezas es seriada, en sus distintos modelos, que el bandoneón para su propio uso, el AZ Number One tiene los peines de bronce y lengüetas de acero; con esos metales salen los ejemplares más tangueros. Con peines de aluminio están los AZ destinados a tocar temas de nuestro folklore en general y el chamamé en particular. Queda una tercera versión con peines de zinc. Los botones blancos se fabrican con un material similar a la galatita y la afinación es la misma de un Doble AA alemán.
Nos contó Gabriel Zullo
Cuando vemos el instrumento hecho, no podemos imaginar lo largo que fue el camino. Es Gabriel Zullo el que nos lo contó… “Antes de hacer nada, tuvimos que estudiar el instrumento a través de toda su historia y evolución. Había que saber por qué en el Siglo XIX y en el XX, desde sus inventores y los primeros constructores habían elegido éste o aquel material, qué resultados les dieron, qué sería lo mejor para encarar nosotros la fabricación”.
Nos dijo Ángel Zullo
Del alma del bandoneón nos comentó Ángel Zullo, continuador de la profesión de su familia italiana… “son las lengüetas y los peines o platinas, que de las dos maneras se llama a la pieza donde está remachada cada lengüeta. Por allí el aire comprimido que genera el fuelle, va emitiendo los diferentes sonidos. Hacer esas matrices a la perfección era todo un desafío, un milímetro de más o de manos, te cambia el sonido y… chau bandoneón, que parece un tango pero sería un desastre”
A ver Ángel… ¿De cuantas piezas estamos hablando?
“¿Sabe de cuantas partes se compone un bandoneón? Llegue a contar 6.044 elementos. Están incluidos las 272 voces; 272 re-maches; 71 balancines; 71 teclas; 71 resortes; 32 muñequitos, que son de las teclas más agudas; dos tapas; un fuelle, que tiene 60 punteras 60 cueritos; en fin… mucho trabajo es el que lleva sacar de todo eso un instrumento musical perfecto, que de las notas justas, tanto cuando abre como cuando cierra el fuelle”
Llegó el día del bautismo, le esparció los oleos Rubén Juárez
Pero como el bandoneón, sea argentino o alemán, está hecho para ser tocado para deleite de los oyentes, como ocurrió aquel 1 de octubre de 2009 en pleno centro de Buenos Aires, Méjico 564, donde ahora está el Centro Nacional de la Música pero antes fue la Biblioteca Nacional, en la que Jorge Luis Borges tuvo su despacho. Allí, con tantos duendes revoloteando, llega la emoción al verlo a Rubén Juárez tocando por primera vez en público al Bandoneón AZ. Detrás de él, don Ángel Zullo con mirada emocionada… a su lado, Gabriel Zullo… años y días enteros de planificación, estudio, desarrollo, fabricación de las piezas, probar, volver a retocar, insistir, sacar el sonido justo de cada nota… todo esto está allí, como siempre en el tango, ante tres minutos cruciales… y Juárez va desgranando “Mi bandoneón y yo”… lo mira a Zullo diciéndole… “es genial”… sigue floreándose, hace unas introducciones alargadas para mostrar más al fuelle en toda su sonoridad, canta y parecen premonitorios esos versos suyos… “Y está de Dios que al dar mi último aliento… moriremos a un tiempo, mi bandoneón y yo”
Mi bandoneón y yo
Tango argentino
Letra: Julio Gutiérrez Martín
Música: Rubén Juárez
A veces se me hace, que nació conmigo
Y durmió en mi cuna pegado a mi piel,
Que fue mi juguete y mi perro de pibe
Y toda la infancia la corrí con él.
Que anduvimos juntos, atorro y milonga
Desvelo y bohemia, cigarro y café,
Y a veces rodamos, maneaos por el suelo
Y nos levantamos con la misma fe.
Mi bandoneón y yo crecimos juntos
Emparentaos tal vez, por la pobreza,
Muchas veces reímos de alegría
Y otras veces lloramos de tristeza.
Yo le hablo de hombre a fuelle, mano a mano
Lo mismo que si hablara con la vieja,
Y cuando él me responde, se me antoja
Que Buenos Aires mismo me contesta…
Hablado:
Sí, hermano, como siempre
Con vos hasta que muera…
Si yo a mi bandoneón lo llevo puesto
Como un cacho de tango entre las venas,
Y está de Dios que al dar mi último aliento
Moriremos a un tiempo, mi bandoneón y yo.
TEXTO DE EDUARDO ALDISER – PONTEVEDRA 2013