Era octubre de 2009, cuando contacté con Ángel y Gabriel Zullo, padre e hijo. Ángel Zullo, el generador de esta idea, sabe muy bien que es acunar y acariciar un bandoneón para generar sonidos que se convierten en tangos, valses y milongas. En los años cincuenta alternaba su pasión por el tango como bandoneonista en diversas orquestas, mientras estudiaba y comenzaba su otra carrera, la más profesional, matricero y tornero. Con los títulos conseguidos ha trabajado toda su vida en el sector aeronáutico de Argentina. Pero siempre lo tuvo en su cabeza, hacer un bandoneón totalmente argentino, de la primera a la última pieza.
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