Nos encontramos en 2009 con Sebastián Fiorilli, rosarino de nacimiento, arroyense adoptivo, radicado en Madrid, donde trabaja como creativo / copy en agencias de publicidad y despunta el vicio en las horas libres escribiendo poemas y prosa. Desenfadado y abierto, responde con amplitud a todas nuestras preguntas
Tu ciudad, el barrio, la escuela, la secundaria, un club…
Nací en Rosario pero me he criado en lo que hoy se llama El Gran Rosario a 20 kilómetros, en Arroyo Seco, un pueblo mediano del departamento Rosario al sur de la Provincia de Santa Fe y a muy poquitos kilómetros de la Provincia de Buenos Aires. Para mí el barrio fue y sigue siendo mi mejor poema jamás escrito, nadie podrá pintar, ni ponerle acordes, ni esculpir lo que para mí significaba jugar a la pelota con mis hermanos los sábados por la tarde y joder a los vecinos, o ir a ver a mi viejo jugar con los veteranos del Club Unión, o las escapadas de mi vieja a fumarse unos puchos a la casa de una vecina. Todo aquello era real, no había metáforas, jodíamos a los vecinos de verdad, nos lo pasábamos realmente bien.
En mi barrio sólo tenía que cruzar la plaza del pueblo para ir al taller literario que tanto me ha dado. También he nadado mucho, vengo de una familia que practicó el deporte, hasta llegar a los Juegos Olímpicos en dos ocasiones, como ha sido el caso de mi hermano Agustín, que participó en Atlanta 96 y en Sidney 2000 y que se mantuvo durante mucho tiempo en la élite mundial. Mi hermano mayor Federico también participó en campeonato del mundo en Italia 94’. Además, vengo de una familia italiana y recuerdo los tallarines frescos de mi abuela Chocha cada jueves y los ñoquis de mi abuela Bruna los 29 de cada mes. Es ese aroma el que persigo a veces en mis poemas.
Veo que se te apilan los momentos vividos en Arroyo Seco, Sebastián
Tengo muchísimos recuerdos de la barra del Club Talleres, de Román, del Piny, de Matías, de Juanjo, es imposible nombrarlos a todos… Ahí creo que comencé a darme cuenta que sentía cosas que tenían que ver con la lírica, no sé, es difícil de explicarlo a la distancia, es esa cosita que te quema en el pecho, no lo sé. Ahí me sonrojé por primera vez…Recuerdo los asaltos que es así como se llamaban a los bailes de adolescentes. Ahí di mi primer beso, todavía recuerdo el tema musical con el que lo dí y esas cosas. Mi segundo libro retrata mucho esa época de mi vida, es una pena que no existan biológicamente dos adolescencias, para eso existe la literatura, ja ja ja!
En la escuela pasaron cosas muy curiosas. Yo recuerdo que le robaba los collares a mi madre para conquistar a Roxana, un amor muy primerizo, creo que aún estaba en pre-escolar. Esas “joyas” iban siempre acompañadas de cartas de amor, que yo ahora que lo pienso, fueron mis primeros esbozos de poemas. Todo en un tono excesivo para la edad, muy lacrimoso incluso, desgarrador. Después todo cambió y pasé al secundario en donde conocí el amor antes del viaje de egresados. Ahí todo cambió y me di cuenta que era un desastre, que incluso quería que me dejasen para poder escribir lo que sentía ¡Qué tontería! El título de El Perfecto Dejado viene de ahí. De todas formas, los prejuicios y la vergüenza retrasaron mucho el decir: “escribo poemas”. No te olvides que Argentina sigue siendo una sociedad muy machista y conectar las pasiones artísticas con la homosexualidad estaba, y, si no me equivoco… está a la orden del día.
Mis poemas van muy en sintonía a todo esto que te estaba contando, creo que es un buen ejercicio para que la vida no te abofetee todo el tiempo, no es catarsis literaria, es viajar al pasado con una bolsita de supermercado y no con una maleta. A mí me funciona bien, me divierte, me hace reír y llorar, igual que Sandrini. ¡jaja!.
¿Ya te dedicabas a temas de comunicación y publicidad en Argentina?
Empecé estudiando arte publicitario en el año 1995 en Rosario, mi tío, que se dedicó a dar clases de dibujo y pintura me terminaba haciendo todos los trabajos prácticos. La idea la ponía yo y él ejecutaba, digamos que hacía trampa. Siempre me interesaron los temas vinculados a la comunicación en general y a las letras. Hay mucho de eso en la familia de mi madre. Después trabajé en la LT3 Radio Cerealista de Rosario cortando los famosos cables de la teletipo y ahí me pasé a estudiar la carrera de traducción literaria y científica de Inglés y simultáneamente la carrera de comunicación. Eso me dio una visión de cultura general muy grande. Le debo mucho a grandes docentes como Eduardo Seminara, Alicia Acuarone, Paulo Ballan, Martinetti. Antes de venirme a España trabajé con Gustavo Postiglione en investigación periodística para una serie de ficción e historia.
¿Cuales fueron tus comienzos aquí y qué haces ahora mismo (Año 2009)?
Ahora mismo trabajo como copy creativo. Hago contenidos para campañas de publicidad, además de los conceptos creativos, es la mejor manera de acercarme a la literatura y poder comer jajjaja. Pero los comienzos fueron de incertidumbre, hubo gente que me ha jodido mucho. Yo llegué a Extremadura con una carpeta de poemas y un abrigo –era invierno- vendí seguros, fui botones y portero de hotel hasta que empezaron a valorar mis redacciones en agencias de Publi, productoras, he golpeado muchas puertas, todavía me duele el puño, pero todavía lo conservo cerrado, algo de política tenía que decir. Jaja. Pero todo el espíritu ideológico no practicante se los debo a mis viejos: unos amantes locos de la libertad. Como diría Carlos Ávila, un gran poeta manchego y mejor persona: A la libertad la busco, voy por la i.
Pero además de la labor profesional, eres escritor Sebastián Fiorilli
Mi labor profesional es escribir, estoy casi 12 horas al día escribiendo. Lamentablemente escribo mucho para grandes multinacionales, pero eso me divierte, juego mucho con el lenguaje, lo estudio todo el tiempo para permitirme y ofrecer una parte lúdica en claims, slogans, conceptos creativos, campañas globales, promociones…. la historia es aprender todo lo que puedas en la vida, sacar la parte positiva, ese es mi gran objetivo, aprender hasta el último minuto de vida. En el trabajo hay muy buenas personas y muy buenos profesionales, la verdad que aprehendo de ellos todo el rato y, además, me apoyan en mis ideas y decisiones. Pero por suerte me gusta dormir poco y al finalizar la jornada laboral escribo muchísimo mis poemas, soy un workaholic de mis cosas.
¿Hay alguna obra en preparación?
Sí, dos. Yo fui normal y Cuidado que viene el lobo. Aunque todavía no me puedo despojar del segundo libro, El Perfecto Dejado que trajo muchos problemas emocionales a una persona: Sebastián Fiorilli.
¿Cuales son los temas que te atraen y abordas?
Los temas de la poesía son los temas de la vida en todas sus facetas. A mí me gusta tratar el tema del pasado, la infancia, la adolescencia, los amores que no han sido, los que han sido sin serlo, pero uno no siempre escribe sobre uno, eso es demasiada frivolidad, escribes sobre experiencias ajenas, inventadas, eso, te inventas un mundo paralelo para poder soportar este. Creo que ese es mi tema central y que nunca podré escribir.
¿Está influyendo tu emigración en la «vida» de tus personajes?
En mis poemas no caben los personajes, casi siempre son personajes de la vida pero exagerados, parias, triunfadores, hijos de puta, buenos tipos… La emigración me influye más a la hora del conocimiento de la lengua, me enriquece, mezclarse es fantástico. He escrito mi primer libro en una argot mucho más lunfa, aporteñado, rosarigazino…Pero me he dado cuenta que mezclar la parte de allá y la de acá como diría Cortázar, me aporta muchísimo.
Amo la integración en todos los sentidos. En El perfecto dejado el personaje es el mundo dándome por detrás, creo que se entiende esa metáfora, jajaj, pero también hay un yo mucho más de ficción que poético.
¿Que añoras de Argentina? ¿Qué has adoptado de España?
Hay veces que añoro el caos, lo que en Argentina llamamos el “quilombo”, la incertidumbre creativa, esa que al mismo tiempo es un disparador para la creación y la acción. No lo sé definir, creo que a veces extraño el compromiso pelotudo, eso de hago pero no hago. Creo que me entiendes. También añoro las discusiones eternas… es ese “club de la serpiente cortazariano” lo que encontrabas en cualquier bar a cualquier hora. Pero eso también ocurre aquí, es diferente, pero en ningún caso es mejor o peor, eso es lo que he hecho mío: la integración es mi único capital.
¿Sabes que te digo Sebastián? Que me has hecho volver al 2009, oírte contar tus cosas, unos quince años atrás en charla de café. También me ha gustado cómo recitaste en 2015 un poema tuyo para Casa de América de Madrid, que lo dejo para nuestros amigos, los de aquí y los de allá
ENTREVISTA DE EDUARDO ALDISER – MADRID 2009