Alejandra Abreu, actriz argentina, es hija de dos grandes pintores, Antón Abreu Bastos, gallego y Elsa Pérez Vicente, argentina. Reside actualmente en Vigo, donde su carrera artística ha tomado nuevos rumbos. Vamos al encuentro de esta artista que ha sabido traernos sus experiencias y conocimientos a España.
Alejandra, ¿cómo nació tu vocación artística? ¿Dónde realizaste tus estudios actorales y con qué reconocidos actores argentinos? Supongo que el ambiente artístico que se respiraría en tu casa contribuyó a tu elección…
Mi vocación artística nació de la necesidad imperiosa de expresar mis sentimientos y emociones y de poner la imaginación al servicio de personajes que contaran una historia. Soy hija de dos artistas plásticos, Antón Abreu Bastos y Elsa Pérez Vicente, ellos fueron motivadores e inspiradores tanto de mi persona como de mi profesión. Crecí escuchando música clásica y recurriendo a una biblioteca generosa, y me inculcaron la clara idea de que un artista debe vivir como tal y desarrollar su vocación para realizarse como persona.
Crecí jugando e inventando historias frente al espejo, difrazándome con cada personaje. Estudié en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático de Buenos Aires, e hice seminarios para actores con Beatriz Matar, Agustín Alezzo, Augusto Fernández y Silvia Kanter.
Cuéntanos Alejandra Abreu de tu paso por la televisión de Argentina, donde formaste parte de los elencos de grandes telenovelas argentinas
La televisión me ha dado muchas satisfacciones y la impronta de resolver -muchas veces- sobre la marcha, en programas como “El amor tiene cara de mujer”, “Trampa para un soñador”, “Nosotros y los miedos”, “Gasoleros”, “Cosecharás tu siembra”, “Sheik”, “Atreverse”, etc.
En ocasión de la grabación de la telenovela “Cosecharás tu siembra”, estaba haciendo una escena con la protagonista, Luisa Kuliok, y Lautaro Murúa la veía por un monitor. Entonces le comentó a Norberto Díaz : “¡Qué buena actriz es la protagonista!”….pensando que era yo, y Norberto le contestó “No, es la otra actriz”, y agregó Lautaro….”Pues merecía serlo Alejandra”
Y en teatro, participaste en “Los árboles mueren de pie” de Alejandro Casona, “Canción de cuna” de Lope de Vega, “Filomena Marturano” de Eduardo de Filippo o “Doña Rosita la Soltera” de Federico García Lorca, entre muchas otras obras más. Cuéntanos cómo te ayudó a crecer como artista la actuación en el teatro...
El teatro fue mi escuela, un lugar sagrado y mágico donde el camino de elaboración, junto a los compañeros de elenco y director, fue atractivo y enriquecedor siempre. He tenido el privilegio de que me dirigieran grandes como Cecilio Madanes, Alberto Ure, Santiago Doria, Silvia Kanter, entre otros.
He trabajado con actores de la talla de Federico Luppi, Pepe Soriano, Tacholas, Thelma Biral, Eva Franco, Marisa Herrero, Daniel Fanego, Analía Gadé, Lautaro Murúa y muchos más. Y, por supuesto, Norberto Díaz, quien fue un compañero de aventuras cotidianas y con el cual tuvimos a nuestra hija Manuela Díaz, nuestro tesoro, también actriz.
Haciendo la obra de teatro “Hay que salvar a los delfines”, con Analía Gadé y bajo la dirección de Cecilio Madanes, tuve que reemplazar a la actriz coprotagonista en 48 horas, ya que esta sufrió un accidente de coche. Salí a “hacer un toro”, como se dice en teatro, y fue una de las situaciones más estresantes de mi vida. Todo salió bien.
Cuéntanos esa anécdota de cómo el gran actor Pepe Soriano te eligió, al verte actuar en “Doña Rosita la soltera”, para acompañarlo en la obra que estaba realizando ese verano en la costa atlántica…
Cuando estábamos haciendo la temporada de “Doña Rosita la soltera”, de Federico García Lorca, en Mar del Plata, vino a vernos al teatro Pepe Soriano, porque necesitaba una actriz joven que hiciera de su nieta en su espectáculo “Los cuentos del nono”. Entre las tres Manolas y las dos Ayolas de doña Rosita, me eligió a mí. Entonces los lunes salíamos con Pepe por los balnearios, ya que descansaba en la otra compañía.
Y en el año 2004 cruzaste “el charco” y decidiste instalarte en la tierra de tu padre, quien ya vivía hacía tiempo, junto con tu madre, en Vigo. ¿Cómo fue el comenzar aquí, cuando ya tenías una trayectoria reconocida para el público argentino? Además encontraste una nueva faceta de tu vocación, ¿Cuál es?.
En el 2004 llegué a Vigo, con mi hija, porque mi padre ya estaba enfermo y quería acompañarlo y despedirlo. Al quedarse sola mi madre, decidí quedarme a vivir aquí. También fue la promesa hecha a mi padre para que partiera tranquilo.
Los comienzos fueron difíciles y, con el dolor de la pérdida de una figura emblemática, comenzar de nuevo a los cincuenta años, donde nadie te conoce porque no has sembrado en ese lugar… Comencé de a poco a dar clases de teatro con grupos de adolescentes y a dirigir a grupos de adultos aficionados.
Trabaje en Matamá, La Paz, Beade, Agarimo, Xestas. He dirigido obras como “El enfermo imaginario” de Moliere, “Os vellos non deben de enamorarse” de Castelao, “O cadavre do señor García” de Jardiel Poncela, “A pousadeira” de Carlo Goldoni, “A taberna sin dono” de Varela Buxan.
Me contabas que has tenido grandes satisfacciones al descubrir actores aficionados, a los que ayudas a extraer una nueva faceta de sus personalidades…
Es una gran satisfacción encontrar en estos grupos gente con talento y con ganas de expresarse, creo que no hay edad para poder transmitir lo creativo y sensitivo de cada persona. El teatro es un juego maravilloso que nos ayuda a comunicarnos y a recibir el afecto del público.
Tengo el privilegio de pertenecer a dos patrias, la de nacimiento, Argentina, y Galicia, la tierra de mi padre, donde fui bien recibida y que tantas satisfacciones me sigue dando. Soy feliz porque siempre pude realizarme a través de mi profesión y ésta me ha dado siempre satisfacciones, me ha enriquecido y me hace sentir, con el paso del tiempo, mejor persona.
Muchas gracias, Alejandra, por compartir con “Argentina Mundo”, tu experiencia actoral y de directora de teatro desarrollada entre ambas orillas del Atlántico, entre Buenos Aires y Galicia.
Georgina Bortolotto, Vigo, Galicia, España
EDITADO POR EDUARDO ALDISER – PONTEVEDRA 2014