Con el saxo en ristre y el piano de los escenarios, Blas Rivera, caminador y corredor de caminos, va llevando su arte musical atesorado por una formación, espíritu y vivencias que quedan plasmados en cada actuación, en cada grabación. Blas, nos apetece situar a los entrevistados, emigrantes que somos todos, en sus lugares de nacimiento o de la infancia. Nos vamos a nuestra Córdoba, la de Argentina, aquella Córdoba de la Nueva Andalucía que es tu cuna
¿Podemos decir que al nacer llegaste con un saxo bajo el brazo o fuiste descubriendo que te apetecía como forma de expresarte con los años?
Bajo el brazo no traje ni un glisín….. Yo comencé a estudiar piano con 7 añitos, obligado por mi mamá para que le tocara tangos, ni soñar con el saxo. Cuando cumplí 17, mi papá se ganó el PRODE, un segundo premio, y le alcanzó para comprar un calefón pues no teníamos agua caliente en casa, y un saxo. Se acercó y me dijo “…ahora vas a tocar un instrumento de hombre…” A él no le gustaba ni el piano ni el tango, sino el jazz. A partir de entonces se me mezclan por las grietas el tango y el jazz, el piano y el saxo, mi mamá y mi papá.
Conservatorio Superior de Música “Félix T. Garzón” de Córdoba; Berklee College of Music, de Boston; New England Conservatory. Es lo que podríamos calificar como una sólida formación…
Suena sólido pero en verdad, faltan nombrar a decenas de profes, la calle, ídolos, la calle, bailes, la calle, compañeros, la calle, la radio, la calle….
El Blas Rivera compositor también es producto de esa formación más la necesaria inspiración, del momento…
Me es muy difícil separar la composición de la ejecución, compongo cada vez que soplo, cada vez que juego en el piano, cuando imito a los que saben de verdad, cuando me pierdo en una frase, le tengo desconfianza a las inspiración, no le conozco la cara, no sé si me tutea. Yo, por las dudas, siempre estoy inventando y a veces tal vez me encuentra prevenido.
Hay hitos en tu vida profesional… vayamos al siglo anterior, aquel Montreux Festival Jazz Edición 1999, en Suiza, todo un espaldarazo…
Ay ay ay ¡! Soy un músico del siglo pasado. Realmente Montreux me dio proyección y ayudó a imaginar por donde iría mi musiquita, pero realmente el “gran hito” fue cuando, a los 15 años, en Bariloche, le toqué una canción a una chica, Sandra, y me regaló su helado de chocolate. Ahí supe lo que haría el resto de la vida.
Damos un salto al presente… vienes de dar unos conciertos muy especiales en Argentina junto a una figura múltiple de nuestra cultura, como es el santafesino Osvaldo Bayer…y con ingleses, uruguayos… Háblanos de PAX
El símbolo: un argentino (Blas y su saxo) y un inglés (David Chew con su cello) hermanados haciendo música para que se escuche en Argentina, Londres y Malvinas. El propósito: apostar de una manera original a la paz como le hubiera gustado al mismísimo John Lennon. Un concierto al estilo de Blas Rivera con Osvaldo Bayer repartiendo verdades por doquier. En total 26 conciertos en toda la Argentina, desde Tucumán a Tierra del Fuego.
Años atrás organizaste en Madrid aquel BBC Big Blas Club, después te vimos con Tito Cartechini y otros músicos…claro que para tocar el saxo hay que tener buenos pulmones y tú los pones a prueba cada tanto corriendo en maratones…
Me descubrieron ¡!!!!! Esa es mi verdadera profesión, atleta insuperable, la música es solo para espantar los fantasmas.
Como soy tanguero no te me vas sin antes hablarnos de “Soplando tangos»
Es eso, soplando los tanguitos que le escuchaba a mi mamá en el patio con todas las letras cambiadas…El día que me quieras, Volver, Nada, Flor de lino, Uno, Chiquilín de Bachín. Con mucha contaminación de la cultura musical de Astor Piazzolla, haciendo del maestro, una de mis principales referencias musicales. Exigiéndole al saxo melodías con la misma pasión que Piazzolla lo hacía con su bandoneón y así vamos mostrando esta música en escenarios de América y Europa.
Como un puente sonoro entre las cunas del tango y el jazz, estos tanguitos funden con algunas destrezas, pero desde el fondo del hígado, las pasiones de los dos “polos” de las Américas con la sofisticación técnica de los eruditos. Dice un crítico de por aquí: “El resultado es una experiencia estética en su sentido más amplio, que une inteligencia y emoción”.
Comprovinciano, un abrazo… siempre te estaremos esperando para que sigas contándonos cosas…
Será un placer y un honor y muchas gracias por acercarse al fogón para escuchar unas corcheas cordobesas.
ENTREVISTA DE EDUARDO ALDISER – MADRID 2013