A Graciela Giordano la esperaba el tango

 

Hoy la citamos a Graciela Giordano en un bar bien madrileña de Puerta Cerrada para que nos cuente su vida, su devenir como inmigrante en España… y sobre su encuentro con el Tango que tanto siente y muy bien canta

 

 

Pero todas las cosas tienen un comienzo, Graciela… porteña, sí… pero de cuál de los cien barrios que decía Castillo…

 

Nací un 5 de septiembre en la calle Pavón, en casa de una matrona… yo no lo recuerdo, claro, pero me lo cuenta mi mamá que está a punto de cumplir noventa años. Yo siempre digo que nací en San Juan y Boedo, por eso del tango y porque es muy cerca de allí.

Y allí seguiste ligada a Buenos Aires… a la capital argentina y su música…

No tanto, porque a los cuatro años nos fuimos a vivir a Uruguay, y allí comencé a cantar y bailar, ya que  mi madre era una apasionada de la música e intentó cumplir su sueño formando un conjunto de niños y adolecentes, músicos, bailarines, cantantes y poetas, del cual yo por supuesto participaba cantando y bailando. Con ello recorrimos gran parte de Uruguay. El conjunto se llamó Luceros juveniles, y tuvimos muchos éxitos durante algunos años. Fuimos creciendo y emprendiendo cada uno su propio camino y por supuesto yo el mío.


Y el tuyo… ¿Por qué “caminito cubierto de cardos” seguiste?

Con quince años realizaba actuaciones como solista y programas de Radio y Televisión con Cacho de la Cruz y Alejandro Trotta en el Canal 4 de Montevideo, El Show del mediodía. En 1967 me presenté a un concurso en la prestigiosa Sala Ateneo en la calle 18 de Julio de Montevideo, y el primer día,  después de concursar, me llamaron de dirección para decirme que querían que me quedara como cantante fija de la sala. Acepté y  allí estuve hasta que en el 69/70 que regresamos a Buenos Aires.


Y ya con el tango supongo…

No, hasta ese momento cantaba folklore o música pop, pero debido a la influencia materna empecé a incursionar en el tango que en ese momento no me gustaba nada, la verdad. Me sentía muy lejana a esa música y solo lo hacía por darle el gusto a mi madre. Sin embargo, debuté con Los Solistas de D´Arienzo en 1974 y con Osvaldo Requena en Mar del Plata. Después de esta breve andadura volví a cantar melódico, que era lo que más me gustaba.


Y eso te permitía tener tus presentaciones como cantante…

Así es. En el año 75 trabajaba en varios sitios por la zona de Haedo, Ramos Mejía y San Justo, pero por problemas sociales y económicos, decidí, con 22 años, venir a probar suerte a España. Mi viaje fue en barco, y duró 17 días. Fue entonces, en esos días de miedo y tristeza, cuando el tango se clavó en mi corazón.


Había llegado el momento de entenderlo… un cancionero propio de inmigrantes te llegaba cuando tú misma empezabas a asumir que lo serías de allí en más…

Supongo que fue mi manera de seguir conectada a mi gente, mi familia y mi ciudad. Aquí era una época difícil, por lo que encontrar trabajo era más complicado de lo que esperaba. Se sumaba que si no tenías papeles, no te contrataban, y para que te hicieran los papeles te exigían un contrato. Hacía pequeñas cosas para ir subsistiendo y he cantado en alguna fiesta o como invitada en algún Pub hasta tener mis papeles.


Lo que siempre le decimos a los compatriotas argentinos que se quieren venir… el comienzo es muy duro!

Es cierto. Los tres primeros años fui contratada por una orquesta donde el repertorio eran los «éxitos del momento». Podían ser rumbas, pasodobles, o versiones en inglés de diferentes artistas. Toda una experiencia!!! En 1979 nació mi primera hija, y con ella mi deseo de dedicarme al tango por completo.


Podríamos decir que ella te trajo cual pan bajo el brazo… al tango, que siempre tuviste como escenario de tu vida naciendo donde naciste y viviendo, de yapa, en Montevideo…

Sí… Fue como empezar de nuevo. La gente solo conocía y pedía los tangos de Gardel, pero yo quería hacer otra cosa. No fue sencillo, pero poco a poco logré hacer un repertorio acorde con mi sentir, y el público respondió. Se puede decir que mi carrera profesional comenzó en ese momento. Con el tango encontré la manera de decir lo que siento en cada instante de mi vida. No podría ya hacerlo de otra manera.


Siendo que al tango lo vives como cosa propia que es para ti… tienes además una sólida formación…

Estudié aquí canto con Dina Roth y Jorge Uribe, e hice varios cursos de interpretación con Zulema Kats, Dominic de Fasio, director del Actor Estudio de Los Ángeles. También con Fernanda Mistral y por último, dos cursos con Susana Rinaldi.


Nosotros te vemos en Madrid, pero sé que sigues teniendo “caminitos” que te llevan a escenarios importantes…

He viajado mucho, y estuve en los Festivales de Tango más importantes de España, Finlandia y Alemania. Actualmente, me siento privilegiada. Soy feliz porque mi trabajo y dedicación por el tango es reconocido, y eso me gratifica enormemente.

Como persona comprometida que eres, Graciela, sé que sacas tiempo de donde sea para realizar actividades a favor de nuestro colectivo argentino en Madrid…

Desde hace un par de años me nombraron Vicepresidenta de  Casa Argentina de Madrid y, además de mis conciertos, soy responsable de casi todos los eventos culturales que realiza «La Casa». Tú ya sabes de nuestra actividad porque las vas dando a conocer.


Sí, así es… y como también eres de ésta “casa”… sintiéndote así, cómoda, te pido que nos cantes algo. A ver, elige tu misma…

Si te parece… Caserón de tejas… que lo canté el 2009 en El Rincón del Arte Nuevo acompañada por el maestro Marcelo Raigal desde el piano… y seguimos la charla cuando quieras…

Claro que lo haremos… hermosísimo val de Cátulo Castillo y Sebastián Piana el que has elegido, Caserón de tejas

ENTREVISTA DE EDUARDO ALDISER – MADRID 2010


One Response to A Graciela Giordano la esperaba el tango

  1. Avatar Silvana Grégori
    Silvana Grégori says:

    Lindísimo reportaje! Graciela Giordano es una excelente cantante y persona. Nos hemos visto y hemos conversado largo en algunos de mis viajes a Madrid. Siempre es un gustazo. Gracias, Eduardo, por compartirlo!
    Muchos cariños para vos y para Graciela!