El 26 de Julio de 1952 a los 33 años, murió Eva Perón en la residencia presidencial ubicada en las calles Austria y Libertador de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Un mes y medio antes, pesando treinta y tres kilos y apoyada en un arnés especial, disimulado por su abrigo de visón, acompañó a su marido Juan Domingo Perón en el coche descapotable, que les trasladaba a la Casa Rosada para asumir el segundo mandato como Presidente de la Argentina
El almanaque indicaba “26 de Julio – Año 1952”
Historia de Eva Duarte de Perón, Evita
Rodolfo Ghezzi
El 1º de Mayo de 1952 habló por última vez en público desde el balcón de la Casa de Gobierno. Perón recordaba que al terminar su alocución, Evita se desvaneció en sus brazos. Ella intuía que era el último discurso, y lo improvisó durante catorce minutos: “ Yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, muerta o viva, para no dejar en pie un solo ladrillo que no sea peronista”.
Evita en estado puro desgranaba toda su fuerza y su rabia a pesar de la enfermedad que la iba destruyendo, parecía mentira que una persona en ese estado pudiera sobreponerse al dolor y la debilidad para recordar a los enemigos del régimen: “…nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatria que han explotado a la clase trabajadora; porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras y entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias”. La segunda presidencia del peronismo se enfrentaba a intereses muy poderosos y cada vez más, unía a los opositores que empezaban a pensar de que la única manera de terminar con el régimen, era a través de un golpe militar.
De hecho, el 21 de septiembre de 1951 lo había intentado el General Benjamín Menéndez. Se vivían momentos de enfrentamientos que polarizaban a los argentinos y en el seno de muchas familias se evidenciaban estas divisiones. Eva Perón pensaba que su último llamado tenía que ser para los descamisados (1) y para que tomaran conciencia los peronistas, porque si no estaban preparados, todo se vendría abajo: “Quiero que el pueblo sepa que estamos dispuestos a morir por Perón y sepan los traidores que iremos a hacernos justicia por nuestras propias manos”.
Tal vez recordaba aquel otro momento en el mismo balcón, un 22 de Agosto de 1951, cuando dos millones de personas consagraran por aclamación la fórmula Perón-Eva Perón. El llamado cabildo abierto o la asamblea popular sin precedentes en la historia del país, le pedía insistentemente, que aceptara la candidatura a la vicepresidencia impulsada por la CGT.
Después de un diálogo entre la multitud y Eva, donde el pueblo pide su contestación inmediata, y luego de solicitar un tiempo de dos horas, la respuesta llega el 31 de agosto: “Quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de Agosto”. El mensaje continúa y culmina diciendo : “…por eso estén tranquilos mis descamisados: no renuncio a la lucha y el trabajo: renuncio a los honores”. Hay quienes dicen que los militares cercanos a Perón se oponían a la posibilidad y las presiones surtieron efectos. Y hay quienes afirman, que la avanzada enfermedad hizo desistir a Evita que preveía el desenlace fatal.
La señal de alarma había saltado a principios del año 1950 cuando se desmayó durante el acto de inauguración de la nueva sede del sindicato de taxistas en Buenos Aires. Su médico personal la quiso operar, pero ella se negó, dicen que pensaba que existía un complot contra su vida. El doctor Oscar Ivanissevich, Ministro de Educación, había comprobado en unas pruebas para una posible operación de apendicitis aguda, que la paciente sufría de un cáncer de útero.
La noticia impactó a Perón, ya que su primera mujer, una maestra llamada Aurelia Tizón, había fallecido a causa de la misma enfermedad. Cuando al final fue operada, el 5 de noviembre de 1951, ya era tarde, ocho meses después todo terminaba. Según el parte oficial y el locutor que lo anunció, había pasado a la inmortalidad a las 20,25 horas del 26 de julio de 1952.
Esa misma noche, el doctor español Pedro Ara, inició el tratamiento del cadáver. Al día siguiente comenzó el velatorio que se extendió por catorce días. Cientos de miles de personas llegadas desde los más remotos lugares del país, pasaron ante su féretro. El 9 de Agosto el cadáver fue llevado al edificio de la CGT (Confederación General del Trabajo) donde Ara finalizó el proceso de conservación. Posteriormente vendría la preparación y el embalsamado, tarea que duró varios meses.
(1) Para referirse a los trabajadores peronistas, tal vez tomado de la Marcha del 17 de Octubre de 1945, donde miles de trabajadores pedían por la libertad de Perón, y ante el tremendo calor se despojaban de las camisas. Hay otras interpretaciones, como la que alude a que Perón hablaba de la “Tercera Posición” y por eso no tenía una camisa política tradicional.
EDITADO POR EDUARDO ALDISER – MADRID 2010