La vida nos da oportunidades cada día y para mí, una muy grata ha sido contactar con el Dr. Ángel Eduardo Quartucci, su hijo. Lo hice a través de la cantante española Ángeles Ruibal, con quien compartió un grato momento en el Hotel Castelar de Buenos Aires, al inaugurarse como museo la Habitación 704 donde se hospedara Federico García Lorca en 1933. Y viene a cuento lo dicho, pues nuestro primer intercambio fue de poesías, propias y de su padre por su parte desde Argentina, y una sobre el circo trashumante de don Juan Roque Bonafina, que he recitado en España.
Pedro Quartucci, inolvidable rostro y voz de aquellos años
Es baladí glosar la figura de Pedro Quartucci, otros ya lo han hecho muy bien. Forma parte de la serie “Héroes argentinos”, por la medalla de bronce conseguida en la primera participación del deporte argentino a las Olimpíadas de 1924 en París. Quartucci integró una fuerte representación de nuestro boxeo, compitiendo en la categoría de peso pluma.
Para quienes estamos lejos, y en aquellos años nuestros en Argentina lo hemos visto en el teatro, la televisión, el cine, o lo escuchamos en programas de radio, ese hombretón de facciones muy características y un grave y potente tono de voz, muy teatral y bien impostada, es parte de esa mochila de evocaciones que cargamos siempre con nosotros, a la que echamos mano cuando hablamos con amigos de la misma edad y recorremos momentos lejanos a través de ellos, de personajes públicos, artistas y deportistas que nos alegraron la vida, que nos parecían amigos nuestros, que los queríamos…
Me ha enviado el Dr. Ángel Eduardo Quartucci varios poemas de Don Pedro Quartucci. Hemos elegido este para tenerlo con nosotros en el multiportal
El Porteño
Perdonen,…yo soy porteño.
Porteño y de pura cepa…
porque nací en San Cristobal
y me crié en Balvanera.
Anduve en todos los barrios
con ilusiones a cuestas.
“Pasié” por La Paternal
y de mozo, en la ribera
ví como le «afanaron»
al río la costanera..
Y el río no dijo nada
porque esa avenida era
aunque le sacaran «cancha»,
su lindo traje de fiesta.
Ví los hornos de ladrillos
«rajarse» pa` las afueras,
y ví guapos de verdad
en Boedo e Independencia.
En Flores ví payadores,
y «Corrientes» que era estrecha,
de pronto estiró los brazos
como quien se despereza.
Volteó los «peringundines»,
ensanchó calle y vereda,
se mandó unos «rascacielos»
y cuando estuvo coqueta,
les dijo a las otras calles:
-«atentti», soy la primera-.
Así somos los porteños,
de ahora o de aquella época,
apegados al recuerdo
que es todo lo que nos queda.
Sonreímos en las «malas»
y serenos en las «buenas»
esperamos al domingo
para ir a las carreras.
Si andamos bien,… en el «Paddock»…
…si hay «sequía»;… en la «perrera».
Gritamos como salvajes
cuando Boca y River juegan…
Firpo nos hizo llorar
esa noche que perdiera,
y todos enmudecimos
al saber la tarde aquella,
que Gardel se había «callado»
muy lejos de la «querencia».
¡Buenos Aires una sola,
existe en toda la tierra!
Por eso tanto la quieren
los de «adentro» y los de «afuera».
Con baúles de esperanza,
los extranjeros que llegan
en cuanto toman un «mate»,
con los nuestros se entreveran.
Y surge esa linda «cría»
que por las calles pasea.
Apellidos alemanes
con mucho olor a cerveza
se cruzan con nuestras «chinas»,
…lindas «cabecitas negras».
Y es por eso que de pronto
se ve andar a una «pebeta»
con «gringos» ojos azules,
y dos «criollas» trenzas negras.
En el interior; la adoran.
¿Qué provinciano no sueña
con venirse a Buenos Aires
«de pasada»…y se nos queda?
Y ella a todos los cobija,
como una hermanita buena.
Culto hacemos del recuerdo,
porque en su historia se mezclan
escritores, deportistas,
músicos y hombres de ciencia.
¡Yo creo que ser porteño,
es «don» de la providencia!…
¿Se me fue un poco la mano?
…perdonen, la impertinencia.
Pedrito Quartucci
TEXTO DE EDUARDO ALDISER – PONTEVEDRA 2013